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lunes, 9 de diciembre de 2013

Capítulo 2 (Parte 1)



Nada más abrir los ojos reconoció el lugar donde se encontraba. No conseguía saber de qué exactamente, pero el árbol contra el que estaba apoyado le sonaba de algo.
Apenas había salido el sol, pero Reus miró al cielo y se levantó. Le dolía todo el cuerpo debido a la postura en la que había dormido contra el duro tronco.

Reus no supo como es que había acabado allí, no se acordaba de casi nada. Lo último de lo que se acordaba era de la discoteca y de Jorge. Que estaba con él.
Jorge.
¿Dónde estaba su amigo?
Les habían echado porque este intentó penetrar a la única puerta del baño masculino que quedaba en pie. Reus recordaba que haber cogido el coche y estaba seguro de haber vuelto a casa en él con su amigo, pero ¿dónde estaba su coche?
Se levantó y miró a los lados en busca de una explicación y de repente tuvo una visión fugaz de lo que había pasado.
La noche anterior tuvo un accidente allí mismo. Se chocó contra ese árbol. Todo era negro, su movil sonaba de vez en cuando por los mensajes que le mandaban, pero no podía contestar. Estaba atrapado. Y le dolía la pierna mucho, como si se hubiese roto algo. No notaba casi nada de cadera para abajo. Oía a Jorge gritar pidiendo auxilio y él intentó gritar también, pero se le acabó nublando la vista del dolor.
Y bum. Al día siguiente se despierta en ese mismo sitio, pero sin rastro del coche ni de su mejor amigo.

Finalmente, tras mucho reflexionar se le ocurrió lo había podido pasar. Seguramente eso sería una broma absurda de sus amigos.
Reus empezó a reír forzadamente como un loco.
-Salid chicos, buena broma pero os he pillado- Dijo mientras aplaudía-. Venga va, ¿cómo lo habéis hecho?
Buscó a su alrededor y no vio nada moverse.
Al ver que no cambiaba nada supuso que estarían en el local de anoche. Seguramente estarían todos esperándole mientras se reían de él por lo fácil que había sido gastarle la broma, así que se dirigió andando por el borde de la carretera a la capital mientras el sol iluminada su cabeza.
Durante el camino no dejaba de pensar qué había pasado para acabar así. La teoría de la broma no le terminaba de convencer del todo, pero en ese momento no se le ocurría nada más.

No se dio cuenta de que no le dolía nada la pierna y tampoco de que no tenía cortes ni rasguños del accidente.


Divisó los edificios a lo lejos, ya estaba acercándose más a la ciudad. Estaba agotado después de haber andado durante más de una hora. Tenía mucha sed.
Gotas de sudor bañaban la cara de Reus cuando divisó el local, el cual todavía estaba abierto. Corrió hacia él lo más rápido que podía permitirse.

Aún había personas moviéndose en el escenario. Tenían unas enormes ojeras de no haber dormido pero eso les daba igual. Más de un chico había encontrado a su amor de un día allí aquella noche.
Reus esperó que la chica de los brackets hubiese encontrado a un chico mejor que él, no tan capullo.
Pero encontrar a un príncipe azul en aquel lugar era como encontrar a una monja en una convención de porno.

Se dirigió a la barra y un camarero muy ojeroso le atendió lo más educadamente posible tras haber pasado una noche trabajando.
Pidió un vaso de agua con algo para picar gratis, como unas aceitunas o patatas.
No tenía nada de dinero, esa mañana se había despertado sin cartera, lo que significaba un adiós DNI, adiós documentos, adieu demás carnets y bye-bye dinero.

Al acabar de tomar aquello, que le sentó como si se hubiese comido una piedra fue a los baños.
Mientras orinaba se dio cuenta de que había cosas que no conseguía encajar.
La gente que bailaba no le sonaba de nada, y eso que anoche él había observado a todas las chicas hasta decantarse por la de la barra.
Al girarse mientras se subía la bragueta se fijó en otra cosa curiosa: en los baños no faltaba ninguna puerta. Estaban todas limpias, sin marcas de arañazos ni números de teléfono de chicas necesitadas.

Salió corriendo del baño y fue otra vez a la barra. Sin apenas respirar le dijo al camarero que le dejase un teléfono (el suyo había desaparecido junto a todo lo demás) y la guía telefónica.
Lo primero que hizo fue llamar a su casa para ver si estaban preocupados por él, pero un chico desconocido cogió negando que allí se hospedase la familia Fernández Álvarez.
También llamó a sus padres pero no cogieron.
No  era posible, aquello no podía ser real.
Finalmente no le quedó otra opción que llamar al buffet de abogados donde trabajaban ambos.
Abrió la guía y buscó el nombre. Finalmente encontró el número, sabía que era ese número. Lo reconocería en cualquier parte.
Agarró el teléfono y llamó.
Un pitido. Dos pitidos. Nadie respondía a la llamada. Tres pitidos.
-¿Sí? Aquí Buffet de Abogados de Madrid- Una mujer de voz madura contestó-, ¿Qué desea?
-Uff, pensaba que no iba a coger nadie- Dijo Reus nervioso por preguntarle sobre sus padres-. Mire, busco a mi padre, Antonio Fernández, ¿sabe dónde puede estar ahora?
-Lo siento pero aquí no trabaja ningún Antonio, se habrá equivocado de buffet.
-No, estoy seguro de no haberme equivocado. ¿Y sabe algo de Marta Álvarez?
-Joven, no se si esto será una estúpida broma de mocosos pero aquí no trabaja nadie con esos nombres- Tras decir esto la mujer colgó-.

La frente de Reus empezó a humedecerse del sudor. ¿Qué pasaba?
Dejó la guía en la barra y salió sin despedirse del camarero, que lo miraba intrigado mientras salía.
-¿Quién es ese muchacho?- Un chico apareció de la nada, parecía ser de los que habían pasado la noche de juerga.
-No lo se, creo que es nuevo. El pobre todavía no sabe que está en coma y que todo es un sueño en común de todas las demás personas que se hallan en el mismo estado que él.
-Aay, pobrecito. ¿Por qué no se lo has dicho? El pobre estará preocupado.
-Recuerda las normas, no se lo podemos decir. Lo tiene que descubrir él solo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 1 (Parte 2)


Marta iba conduciendo de vuelta a casa. El caso en el que estaba se había alargado y se había tenido que quedar bastante más tarde.

Ella era una mujer moderna, para nada aparentaba los 48 años que había cumplido semanas atrás. Solía ser muy ordenada, en su coche nada se salía de su lugar, menos un montón de papeles desordenados que, junto a su móvil habían sido puestos en el asiento de copiloto. Probablemente esa noche se quedaría hasta tarde arreglando el papeleo.
Su pelo era bastante corto y su minúscula melena caía es una cascada castaña. Su hijo había heredado sus ojos verdes. Sólo sus ojos. Y, bueno, su motivación por los libros.
Iba escuchando música clásica, ya que la ayudaba a relajarse después del trabajo. Mientras tarareaba un canon empezó a sonar su móvil.
Marta lo ignoró, una buena conductora no coge el móvil mientras conduce.
Pero enseguida este volvió a sonar otra vez. Y otra más. Al final lo acabó cogiendo y, viendo el número que le aparecía en la pantalla sospechó que algo ocurría.

-Reus hijo, ¿qué te pasa? Ahora llegaré a casa, espero verte ya en pijama- Dijo preocupada esperando escuchar la voz de su hijo diciendo que no pasaba nada.
Pero una voz desconocida empezó a hablar por el auricular.
-¿Es usted familiar de Reus Fernández?
-Sí, ¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Lo sentimos, su hijo acaba de tener un accidente en la carretera secundaria de Pozuelo1 a 10 kilómetros de la capital.
Ahí Marta saltó de un bote. En su  mente surgieron sensaciones que pensó que nunca iba a tener. Dio un volantazo en medio de la carretera y aumentó su velocidad hasta alcanzar la máxima que podía permitirse.
En apenas cinco minutos llegó al lugar donde todo había ocurrido. Había dos ambulancias y varios coches de policía. Uno de los agentes le tomaba declaración a un Jorge más distinto de lo normal.
Apenas respondía a las preguntas y si decía algo eran palabras que no tenían sentido.
-Mariposas. Mariposas volando… Sofía… Faltas de ortografía… Reus cabreado conmigo… Me gritó… Otra vez Sofía… Curva y árbol... Negro. Todo negro. Gritos, Reus gritando. Silencio- Empezó a llorar a lágrima viva y se tapó la cara con los ojos. Una enfermera le colocó una manta sobre los hombros y se lo llevó a una ambulancia.
Marta miró a los lados y lo que vio no le gustó nada. El coche estampado contra el árbol apenas era reconocible.
El lado del conductor estaba completamente destrozado. Parecía un montón de chatarra comparado con el lado de Jorge, casi intacto.

Unos policías se acercaron a hablar con ella sobre lo que había pasado.
-El amigo iba drogado, no sabemos si su hijo también había tomado drogas. Ahora mismo está en un estado de inconsciencia en la ambulancia número 2. Presenta numerosas heridas provocadas por el accidente. Dudo que la dejen entrar a verle. Hoy ha sido un día negro, ¿sabe? Este es el tercer accidente en apenas unas horas. No se qué les pasa a los jóvenes de hoy en día. Piensan que van a vivir para siempre y luego pasa lo que pasa. Además, su hijo era menor, ¿sabe usted que hacía conduciendo a estas horas de la noche?
-Tenía diecisiete años, se iba a sacar el carné nada más cumplir los dieciocho. A veces le dejábamos coger el coche, es muy responsable y además nunca ha tenido faltas con nosotros. - No le salían las palabras de la boca. No conseguía entender lo que pasaba… Bueno, sí que lo entendía, pero no quería entenderlo- Joder, joder, joder. Entonces mi hijo… ¿Está en coma?
-Dado el estado de gravedad lo vamos a evacuar inmediatamente al hospital más cercano, lo sentimos mucho. Ahora le trasladaremos, puede acompañarles- Dijo el agente señalando a la ambulancia, que ya había encendido el motor -. Yo me voy con el otro chico a comisaría, a llamar a sus padres y todo eso. Pueden meterse usted y su marido en un lío, por eso de que era menor. Bueno les deseo suerte con su hijo.
Se despidió educadamente y se fue en el coche con Jorge, que miraba a la nada en busca de una explicación.
Seguidamente Marta se metió en el suyo y encendió el motor. Vio la vida de Reus pasar ante sus ojos mientras conducía al hospital.
Siempre había sacado buenas notas, al entrar en primaria ya sabía escribir y leer, y también sumar, restar, multiplicar y dividir.
Su primera novia la tuvo a los 12 años. Era una niña del vecindario, hija del director de una editorial. Reus y Jorge se pelearon por ella y al final Reus prefirió a Jorge y la acabó dejando.
Su hijo leía mucho y no aguantaba las faltas en escritos, era una de las cosas que más odiaba. Aunque más odiaba a la oscuridad.
Un día cuando apenas había hecho 5 años se quedó en casa una tarde. Ese día hubo un apagón y hasta que no volvieron sus padres Reus no se movió de debajo de su cama. Tenía miedo de que alguien malo apareciese.
Al final, a los 17 años Reus era un chico derecho y educado. Seguía odiando la oscuridad, pero ya había superado el miedo.
Ese año se graduaría del instituto y entraría en una universidad prestigiosa de Gran Bretaña. Ya tenía su futuro montado y parecía que nada lo iba a joder.
Pero pasó lo que pasó.

Marta se quedó en el coche, viendo como sacaban a su hijo en camilla y le metían en el hospital corriendo.
Unos golpes en la ventanilla la despertaron de sus recuerdos.
-Hola, es usted la madre del paciente ¿verdad? Necesitamos que nos diga su nombre, el grupo sanguíneo y las alergias. También que rellene este formulario- Era una de las enfermeras que habían ido al lugar del siniestro.

La sala en la que habían colocado a Marta era gris, un color muy triste pero que encajaba perfectamente con su estado de ánimo, a su alrededor vio unas filas de incómodas sillas de plástico negras pegadas en la pared, una máquina de café y otra expendedora de comidas varias.
En las pareces había colocado el cartel donde se veía la cara de una mujer mandando guardar silencio  y al lado de las máquinas había una ventana con notables marcas de huellas, seguramente de las personas que anteriormente habían pasado una larga espera.

Mientras, Reus estaba en el box2 número 4, donde trataban de estabilizarle antes de llevarle al quirófano dos, para escasearle y parar las distintas hemorragias que pudiese tener. A primera vista se podía ver que la cara la tenía parcialmente hinchada, y un feo golpe en el lado izquierdo y tenía cortes por los brazos, así mismo preocupaba la herida abierta que se había producido por la rotura del fémur derecho. En la sala, lo único que producía sonido era una máquina de respiración asistida que le mantenía con vida. Todo lo demás estaba callado.
Marta miraba desde fuera de la habitación donde iban entrando y saliendo con prisas los médicos y enfermeros. No dejaba de observarles. A lo mejor todo era una pesadilla.
No, no era una pesadilla. A partir de ahora tendría que convivir con esa imagen en la mente.
-Cariño… Joder…
Antonio entró en la sala de espera. Tenía la cara sudorosa y el traje de pana todo arrugado.
Su pelo gris estaba húmedo del sudor y en sus ojos azules se veía preocupación.
Abrazó a su esposa y la miró buscando respuestas.
Marta observando a su marido pensó que Reus y su marido se parecían bastante. Ambos eran, altos, delgados, de ojos claros y de boca fina, aunque Reus era mucho más atractivo que su padre cuando tenía su edad.
Un médico salió de la sala donde se encontraba su hijo y les comunicó la primera valoración del estado de Reus.
-Familiares de Reus Fernández- Marta y Antonio se miraron a la cara y se acercaron al médico-, Lamento no tener muy buenas noticias sobre su hijo, después de una primera valoración y después de valorar todas las pruebas medicas realizadas, en vista de todos estos resultados, debo comunicarles que el estado en el que se encuentra su hijo es traumatismo craneoencefálico grave, conocido como un coma, decirles también, que cuanto más tiempo en coma esté, más graves serán las lesiones al despertar. Deben tener en cuenta que en función del trastorno cerebral que padece su hijo, no solo deben estar preparados para lo peor, un riesgo de muerte  sino que tenemos que barajar la posibilidad de que no recupere la consciencia después de este accidente- Ella se echó a llorar en los brazos de Antonio, que aguantaba las lágrimas y evitaba parecer abatido-. Ahora pasaremos por el quirófano y le haremos la revisión final.
Sacaron a Reus con la máquina de respiración y se fueron al quirófano, dejando a los padres destrozados por lo que acababan de oír.

-Crees… ¿Crees que logrará despertar? Tenemos muchas cosas que decirle… Tiene que conocer la verdad…
-No se que pasará a partir de ahora Marta. Sinceramente no lo se.





1, Pozuelo de Alarcón: Municipio español de la Comunidad de Madrid situado al oeste de la capital.

2, Box: Espacio donde se le dan los primeros auxilios a un paciente en un hospital.