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sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 3 (Parte 2)

-Bueno Reus, ¿Y mis cosas?
Todavía flipando, Reus se agachó y recogido las zapatillas, dejándoselas encima del lavabo.
-Vale, y ahora fuera del cuarto, a menos que me quieras ver enterita- Alice se empezó a reír locamente.

Ya en el salón Reus empezó a pensar en todo. Hacía relativamente poco que no veía a una chica así, pero había algo distinto en el cuerpo de Alice y en ella misma. Era tan… hermosa.
-Reuss, veenga, que nos tenemos que ir, que necesitas más ropa de la que llevas puesta, además está un poquillo sucia- La voz de Alice le despertó de sus pensamientos. Se había vestido y secado el pelo, que ahora le caía algo ondulado.
-Valep, ya voy-Dijo estirándose mientras se levantaba-. ¿Pero tienes dinero? Porque yo estoy sin blanca.
-Reus, esto es distinto al mundo real, aquí dan ayudas a los menores de 18 o a estudiantes, ya que solemos estar solos aquí, sin padres ni madres que nos cuiden. Tú vas al ayuntamiento, te empadronas y te dan la Tarjeta, con el dinero necesario para alquilar un hogar y comprar lo necesario- Alice se lo iba explicando todo-. Hay chicos que estudian aquí para que, si despiertan, puedan acabar sus estudios. Tú si quieres puedes hacerlo. Mikel y yo, como  dudamos que vayamos a despertar pronto,  ahorramos lo necesario para en cualquier momento irnos a visitar algo de mundo fuera de esta ciudad.
-Ajá entonces lo primero, vamos al ayuntamiento, ¿no?
-Sí, ah, y espero que no te haya traumatizado lo de antes, parecías preocupado.
-Nada. Estate tranquila.

Bajaron las escaleras en callados y se dirigieron al ayuntamiento.
Todo estaba muy concurrido, como si nadie trabajase o quisiese trabajar. Las tiendas abiertas refulgían calor aquella tarde de marzo, y la noche hacía que todo estuviese muy iluminado.
-Reus, entra aquí y cógete un abrigo anda, que me das frío con sólo esa sudadera- Alice se paró en seco frente a una tienda-. Y ya de paso cógete toda la ropa que necesitas, aquí tienes todo el dinero que tengo. Te espero en el ayuntamiento en una hora, que he quedado con una amiga. Adieu.


Tras comprar todo lo necesario Reus se dirigió al ayuntamiento lleno de bolsas. No se había gastado todo el dinero, pero casi.
Al llegar allí la plaza estaba casi llena, y el joven, al no ver a Alice, se metió en una cafetería de la plaza, a tomar algo caliente pues, todavía no le había quitado la etiqueta al plumas que acababa de comprar.

Mientras tomaba un caliente chocolate con churros escuchó a unas chicas susurrar por él.
-Susi, venga. Lánzate. Que el chico es muy guapo. ¿Le has visto sus ojos?
-Pero Gema… Es que no se… Parece tan perfecto…
-Susi, o vas tú o voy yo y me lo ligo, que ya sabes cómo soy con los chicos.
Reus se levantó de un salto y se acercó a las chicas.
-Hoola chicas- Echó una ojeada a las dos chicas. Gema era una pelirroja algo rellenita pero con pinta decidida, mientras que la chica llamada Susi era una morenaza con labios muy sensuales. Reus se decantó por ella-. ¿Qué tal estáis? Soy Reus.
-Ves Susi, te lo dije- dijo la pelirroja.
-Ay Gema déjame.
-Mira guapetón, mi amiga Susi se ha colado por ti- Le soltó Gema de golpe mientras se levantaba-. Así que te dejo a solas con ella y eso. Chaíto.
La chica se fue casi corriendo, dejando a su amiga toda cortada.
Reus se quedó sin habla, así que miró a la chica con una sonrisa y le cogió de la mano.
-Salgamos a hablar anda.
No era la primera vez que le pasaba algo así, así que el joven ya sabía cómo reaccionar en esos casos.
Ya fuera miró a los lados para ver si veía a Alice por allí, pero no estaba.
-Bueno…- La chica parecía sentirse algo incómoda.
Reus le tocó la mejilla con una mano. Estaba algo fría. Miró a los lados una última vez, para ver si veía a Alice. No sabía por qué la buscaba, simplemente quería verla.
De repente la vio acercándose a la plaza. No iba sola, iba con unos chicos.
La chica de pelo rosa que le acompañaba iba dando saltitos junto a un chico alto de pelo algo punki y con gafas.
Lo que más le extrañó a Reus es que de la mano de Alice iba un chico de pelo rubio y ondulado y ojos azules.
Parecían muy felices juntos.
En un momento, la chica del pelo rosa agarró al de gafas y se adelantaron a mirar una tienda, dejando a su amiga sola con el chico.
Ahí él se giró y se empezó a besar con Alice mientras Reus observaba esa escena.
-Oye, ¿te pasa algo Reus?- Susi miraba extrañada al chico.
Reus la miró y la besó, casi con fuerza, en los labios. Ella le siguió el beso.
Parecían una pareja de enamorados más. Como Alice y el chico rubio, que seguían besándose a escasos pasos de ellos.

Pero Reus sabía que algo en su interior había cambiado para siempre.


lunes, 13 de enero de 2014

Capítulo 3 (Parte 1)

Alice subió las escaleras con Reus detrás hasta el último piso.
Al pasar por la única puerta que había, ella se limpió los zapatos en el felpudo y él la imitó.
En el felpudo se había dibujadas unas piezas del tetris muy coloridas, se notaba que era bastante nuevo.
Nada más entrar, Reus cerró la puerta.

Hacía calor y Reus se abanicó un poco la cara con la mano. Mientras hacía eso observó el lugar donde se hallaba.
Estaba en un largo pasillo con tres puertas a cada lado y una en frente del pasillo. Todo estaba excesivamente decorado, con posters de carteles de músicos que no conocía.
Alice entró en la última puerta de la derecha corriendo.
Reus la siguió y entró tras de ella.

En el centro de la sala, sobre un sofá, estaba un chico con cascos, moviendo la cabeza de arriba a abajo mientras observaba un portátil negro.
-Mikel, mira a quién traigo-Dijo Alice con una sonrisa.
Pero, al ver que el chico ni se inmutaba se acercó a él, le quitó los cascos y le gritó al oído.
-MIKEEEEL, TE ESTOY HABLANDO, MIRA A QUIÉN HE TRAÍDO.
-Joder Alice, no estoy sordo macho-Dijo el chico mientras se frotaba las orejas dolorido-. Estaba escuchando Linkin Park a todo volumen. ¿Quién es el chico de la puerta?- miró a Reus a los ojos con sorpresa.
-Es... Eeems... -Esta pregunta pilló a Alice desprevenida-. ¿Cómo te llamas, princesssa?- Le preguntó al chico, haciendo un siseo con la ese.
-Me llamo Reus
-Se llama Reus- Repitió Alice, diciéndoselo al chico del sofá-. Me le he encontrado en la calle, es nuevo. Reus, este es Mik..
-Mikel para servirle chico nuevo- El joven alzó la cabeza interrumpiendo a la chica.

En cuanto se giró el chico para saludar a Reus este se percató en que tenía el pelo color caramelo, al igual que los ojos. Entre eso y la voz aterciopelada parecía el típico chico de los institutos americanos que se ligan a la protagonista en las pelis de adolescentes.

Tras los saludos, Mikel invitó a Reus a sentarse en el sofá y entre él y Alice le contaron todo un poco.
-Mira Reus... Esto no es la Madrid que tú conoces, seguramente ya te habrás dado cuenta. Yo llegué aquí tras caerme por las escaleras del chalet de mis padres en la sierra. Y desperté aquí. Al principio no tenía a nadie hasta que un día conocí a Alice.
-Así es, pero cuéntale como eras cuando te conocí jajajajaja-Alice se empezó a reír sola y se le saltaron las lágrimas.
Mikel lanzó una mirada de furia a la chica mientras ella intentaba controlarse.
-Era muy.. Eems... Pijo y hipster. Cuando Alice me encontró yo tenía unas gafas de pasta gruesas.
-SÍÍÍ, QUÉ PINTAS TENÍA EL POOBRE PUAJAJAJAJAJA- Alice gritó mientras lloraba de la risa.
Reus se rió un poco, no entendía nada.
-Bueno Reus, a dónde queremos llegar, es que, este mundo es algo como un sueño conjunto de personas que ahora no están en el mundo real, como un limbo-Alice se calmó un poco.
-Entonces... Yo estoy.. En coma...
-Así es Reus, pero el lado bueno es que no estás muerto- Mikel se acercó a él-. Aquí la vida sigue, si quieres, durante el tiempo que estés aquí te puedes quedar, tenemos una habitación libre. Las normas básicas de convivencia son no destrozar la casa si haces fiestas, se algo sociable y usar el baño correcto, ya que hay uno para Alice y otro para mí. Tú usarás el mismo que yo.
-¡¡Vale, pues... Bienvenido a tu nuevo hogar Reus!!- la chica saltó y alzó los brazos, como si quisiese que la viesen más.
-Hay algo que no termino de comprender, a ver, estoy en coma. Y vosotros también. Pero, ¿me puedo quedar en coma para siempre?
-Sí, hay gente que muere ya siendo mayor. Y hay otros que les dan un infarto o algo en la Madrid real y desaparecen de aquí. La semana pasada le pasó a un señor. Iba andando por la calle normal y plof, desaparece. Es normal.-Alice se levantó y se quitó el abrigo, tirándolo sobre Mikel- Hey, me voy a duchar que estoy agotadísima.
A continuación se fue a su baño, cerrando la puerta tras de sí. En seguida se empezó a oír el agua caer.

Mikel le dijo a Reus de enseñarle su habitación y acomodarla un poco.
Nada más pasar a esta, Reus observó lo que en su tiempo debió de ser un cuarto de trastos.
La pared estaba pintada de un azul fuerte y en el suelo había una horrorosa alfombra de gatitos. En el lado derecho había una cama pequeña, y a su lado, junto a una mesilla que parecía que se iba a caer en cualquier momento, se encontraba un enorme armario de caoba. Todo lo demás estaba lleno de cosas viejas, como una televisión enorme con la pantalla rota, unas muñecas de porcelana que más que alegría daban miedo y una bicicleta estática.
Entre los dos chicos recogieron un poco el cuarto. Mikel vació el armario de ropa y sacó todos los trastos viejos y feos. Ah, y la alfombra de gatos. Pusieron las sábanas a la cama y le prestó un pijama, o al menos eso decía que era (Una camiseta con pantalón a juego que a Reus le quedaban algo grande debido a su delgadez, ya que Mikel estaba algo tonificado).
Al salir de la nueva habitación de Reus, le señaló los baños que los miró un poco desconcertado. Entraron en el primero que había.
-Ese es nuestro baño, puedes usar todos los jabones que quieras- Dijo nada mas entrar  en el baño en cuya puerta había un cartel en el que ponía Mr Unicorn con un dibujo de un unicornio con bigote y sombrero-. Hay una toalla negra de sobra en el tendedero de la cocina. Tengo cepillos de dientes nuevos en el armario del espejo. Ah, y al lado del retrete tengo revistas… Ya sabes, por si te aburres y… Bueno, tú ya me entiendes. No todos los días se encuentra chicas con las que dormir.

Al salir del baño, Mikel llamó con los nudillos a la puerta del de Alice, que tenía el cartel de Mrs. Unicorn y aparecía un unicornio con un lazo y pintalabios. La chica le gritó que qué pasaba mientras se oía el agua caer en la bañera.
-Alice, me voy que he quedado con una chica, a lo mejor no vengo a dormir eeh. Ya os veré, esta noche cocináis tú y Reus. Y arreglé su nuevo cuarto.
A continuación, entró a su cuarto, se echó desodorante, cogió las cosas y se fue corriendo de la casa.
Reus se quedó viendo en la televisión que tenían en el salón un documental sobre patos hasta que oyó la voz de Alice.
-Reuuus, ven por favor, que me he dejado la toalla y el pijama con las zapatillas en mi cuartoo.
Él se levantó con pereza y se metió en el cuarto de la chica en busca de los objetos perdidos.
El cuarto de Alice era muy grande. Las paredes eran azules, pero mucho más bonitas que las de la habitación de Reus, y había posters por todos lados, como en toda la casa. Se notaba que la decoración la había puesto la chica. La cama era enorme, seguramente habría dormido ahí con algún que otro chico. El armario estaba incrustado en la pared y era blanco. Todo el cuarto era como Alice, curioso pero divertido y loco.
En seguida halló las zapatillas, pero los demás objetos no los encontró por más que buscó en el enorme armario, y rebuscó en la ropa amontonada en el fondo. 
Así que, cogió las zapatillas y llamó a la puerta del baño de la chica.
-Pasa- Ya no se oía el agua, seguramente ya habría acabado.
Al pasar, una nube de vapor le acarició la cara. Todo olía a menta. Reus aspiró todo lo que pudo, amaba ese olor. Cuando sus ojos se acostumbraron, miró al alrededor y se encontró a Alice desnuda de cara, tapándose con un brazo los pechos y con otro la entrepierna.
El pelo le caía mojado sobre los hombros y goteaba en el suelo y sus ojos brillaban con luz propia.
Las zapatillas que Reus llevaba en las manos cayeron al suelo.



martes, 7 de enero de 2014

Capítulo 2 (Parte 2)


Reus caminó por las calles que tan bien se conocía. Se paró en la plaza de Colón para descansar de la caminata y seguidamente se dirigió hasta el centro de la ciudad.
Poco a poco el sol se fue escondiendo y las primeras farolas se iluminaron en la capital.
Él iba mirando los escaparates. Todo parecía normal, un bullicio se extendía ante sus ojos y nadie parecía ver nada extraño. 
Lo único extraño era él mismo. Y parecía otra persona corriente entre todas.
Estaba en una ciudad donde no tenía a nadie.
Parecía una pesadilla, pero de una pesadilla se puede despertar y volver a estar tranquilo. De esa extraña realidad no.


Cayó la noche y con ella se levantó un viento gélido. La gente fue yéndose a sus casas y las calles se quedaron casi vacías.
Ahora sí que Reus no tenía a nadie más que a sí mismo.

Se sentó en el suelo de una calle muy concurrida pese a ser ya de noche y esperó que algo apareciese, que algo le despertase de aquello.
Algunas personas le lanzaban monedas como si de un pobre se tratase, aunque con esa pinta de apenas haber comido nada y dela ropa manchada de a saber qué parecía más un mendigo que un joven aristocrático.

Estaba solo, pasaría la vida solo y moriría solo.
Ni familia ni amigos ni nadie a quien conociese.
Solo.

Una lágrima cruzó su mejilla helada.
Se agarró con las manos la cabeza, dispuesto a pasar la noche bajo esa capa de frío que había llegado a Madrid.
Oía los pasos de la gente. La oía cuchichear, masticar y tragar comida, reír…
Unos pasos se pararon frente a él.
-No llores princesa, que se te caerá la corona- Era una joven la que había pronunciado esas palabras con sátira.

Reus levantó la cabeza y la miró.
Estaba pálida por el frío y tenía las mejillas sonrojadas. Unos ojos grandes y marrones le miraban con curiosidad. El pelo, totalmente negro le caía por la frente, parecía que se lo había cortado ella, pues no era nada simétrico. Ah, y las puntas del pelo las tenía teñidas de azul. En conjunto, toda ella parecía decir “Aquí estoy”.
-Quién eres y qué dices mocosa- contestó Reus tras mirarla unos instantes.
-Eres nuevo, ¿verdad?- Ella le miraba divertida por la expresión cabreada del chico-. Soy Alice, yo también fui nueva aquí pero me acabé acostumbrando a esto. Anda, coge lo que tengas y vente conmigo. Conozco a alguien que te puede ayudar.

Reus no se lo pensó dos veces y se levantó de un salto. Cogió las monedas que le habían dado y siguió la desconocida.
Era cierto que no se conocían de nada, pero si alguien le había ofrecido una salida no tenía nada que perder.

Anduvieron un trecho hasta llegar a unos edificios bastante bajos. Alice llamó al timbre y dijo una palabra en voz baja, al instante se abrió la puerta.

-Pasa princesa, que te vas a helar- le dijo con una sonrisa.