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martes, 29 de abril de 2014

Capítulo 4(parte 2)

Entre las risas y la pizza la noche continuó con la juerga en casa de Alice. Sobre las doce comenzaron los juegos de los jóvenes, que enchispados por tanta bebida buscaban diversión sin ruidos.
-¿Y si jugamos eeems… a prueba o verdad? Eeeh chicos- Lucas era al que estaba peor, pues su cuerpo no solía aguantar nada de alcohol.
-Nooo otra vez eso nooo Lucas- Katia se reía del comportamiento de su amigo.
-Chiicoss, yo me voy a dormir con esste figurín de aquí- Alice apenas había bebido, pero ya estaba arrastrando las eses.
Reus estaba sentado en el suelo mirando a un punto fijo, otra vez pensando en qué y cómo hacer cada cosa, aunque en su estado poco podía hacer.
“Bebe y olvidarás, vuelve en ti y te acordarás”.
Esa frase de Jorge nunca se le olvidaba, siempre se la decía cuando estaba en su baño a punto de vomitar todo lo que llevaba en su estómago.
Los recuerdos de algunas noches en el baño empezaron a bullir en la cabeza de Reus.
-Jorge, no sigas bebiendo tanto anda. Ya que no lo haces por mí. Al menos hazlo por ti.
-Pero da igual, ssi mi vida ess una mierda- Decía el chico intentando resultar razonable-. Ninguna chica mme quiere y suspendo toodas y no y encima trabajo commo camello y soy el drogata y eso hace que todos huyan de mí y…- Una arcada le interrumpió.
-Venga tío, me tienes a mi para todo ya lo sabes. Somos amigos pase lo que pase y ocurra lo que ocurra- Reus intentaba sonreír ocultando sus verdaderos sentimientos mientras daba palmaditas en la espalda de su mejor amigo.
Recordando todo aquello no se fijó en que Katia y Lucas se habían ido hacía rato, además de que Alice y su novio se habían acostado ya.
Aunque cualquiera que se percatase de los sonidos de su habitación se habría dado cuenta de que precisamente dormidos no estaban.
Y Susi… Bueno, esa estaría en la cama o en el baño.

Tambaleándose se acercó a su habitación y se echó en la cama al lado de la chica, que ya parecía estar dormida.
Entre vueltas y más vueltas se acabó durmiendo con Susi a su lado, que le miraba entre la penumbra intentado desenmarañar lo que pasaba por la mente de Reus.



martes, 25 de febrero de 2014

Capítulo 4 (Parte 1)

                          
-Bueno Reus, este es Dany- Dijo Alice al percatarse de Reus.
-Bueno Alice, esta es Susi-  Respondió Reus en el mismo tono que su amiga señalando a la chica a la que momentos antes había besado.
Durante un momento todo se calló hasta que la chica del pelo rosa interrumpió en la escena.
-Y… ¡Yo soy la fantástica Katia!- De un salto se metió entre las dos parejas y seguidamente añadió-. Y eso de ahí se llama Lucas-. Señaló al chico de pelo puntiagudo que miraba la escena un poco alejado.
El chico se ajustó las gafas mientras se sonrojaba
-Seguramente tú debes ser el nuevo del que nos ha hablado Alice- Dijo para intentar romper el hielo-. Si te gustan los videojuegos creo que nos llevaremos muy bien.
Ahí cada uno empezó del grupo  empezó a hablar de a qué jugaba, hasta que Susi le susurró a Reus al oído que se tenía que marchar, pues su amiga Gema le estaría esperando en casa.
Reus la agarró de la mano y le dijo que no se fuese.
Él no podría aguantar mucho tiempo viendo a Alice con Dany achucharse. Ya suponía que empezaba a sentir algo por la chica.
-Oye, puedes quedarte con nosotros en casa. Esta noche un amigo se ha ido a dormir fuera y tenemos hueco libre- Soltó Alice de repente, como si le hubiese leído el pensamiento a Reus-. Ah Reus, Dany se que quedará a dormir conmigo, espero que no te importe… ¿Qué digo? Si tú estarás con Susi- Él sonrió ante la respuesta-. Ah, y acuérdate de pasarte por el ayuntamiento a recoger los papeles y eso. Nosotros nos iremos para casa y los chicos te pueden llevar las bolsas de ropa, que para eso están.- Añadió antes de ponerse a reír locamente como siempre.



-A ver si está todo correcto señorito Reus- Dijo la chica que le tendía. Parecía bastante joven, aunque el moño y el maquillaje hacían que aparentase bastantes años más. Estaba sentada en un escritorio bastante grande. La sala parecía haber sido decorada para ella tanto en estilo como en color-. Ums… Tienes 17 años,  en el mundo de arriba, en el real, vives a las afueras de la capital, y aquí… ¿Tienes casa? Ah, claro, vives en casa de unos amigos en una habitación entera para ti. ¿Te siente a gusto? ¿O echas de menos a tu familia?- Tantas preguntas hacían que Reus no se sintiese completamente a gusto con la chica-. Si la echas de menos tenemos aquí un cuestionario para que respondas con tus gustos. Aquí llegan muchos niños que quieren padres y muchos padres que quieren niños. Nosotros simplemente les emparejamos hasta que uno de los dos vuelva… O hasta que se vaya.
-No necesito nada, estoy bien. Mis padres me hicieron independiente.
-Ams, ajá. Entonces creo que ya hemos acabado, ahora imprimo tu Tarjeta. Se te cargarán 1000 euros mensuales para todo lo que necesites. Lo que no gastes en el mes no se te acumulará. También te doy tu tarjeta de identificación personal. Ya eres un ciudadano de la Otra Madrid. Espero que te lo pases bien y que vuelvas pronto al mundo real. Adiós- Se levantó de la mesa y le dio la mano a Reus en señal de despedida.


Al volver a la plaza se fijó en lo llena que estaba. Seguramente ya serían más de las diez de la noche, pero por allí seguía habiendo mucho bullicio.
Las cafeterías estaban atestadas de gente que, como él, habían llegado a parar ahí de tipo de formas.
Había algún que otro niño jugando al pilla-pilla y un grupito de chicas bien vestidas, seguramente para ir de discoteca.
Reus ignoró su alrededor y volvió a casa pensando en ella.
Alice.
Su nombre ya provocaba cosquillas en su estómago.
Seguramente sería algo pasajero, algo que olvidaría pronto. Además, él tenía a Susi, que con sus curvas, su cuerpo superaba con creces al de Alice.
Enima una chica como Alice nunca se interesaría por él. Ellas iban a chicos como Dany.
Príncipes en la vida real.
Reus no era así, ni de lejos.
Pero no podía olvida a Susi. Ahora eran novios sí o sí.
Al menos hasta que él se olvidase de Alice de la misma forma en la que se había colado por ella.
¿Colado? Esa era la palabra que Reus decía.
Aunque una parte de su mente decía que no solamente se había colado. Que era algo más.
Con estos pensamientos llegó a casa y entró tras una anciana con pintas muy amables que vivía en el segundo.
-Anda, un jovenzuelo como tú podría ayudar a una anciana ya mayor y cansada con las bolsas de la compra- Le miró alzando la cabeza y ajustándose las gafas redondas.
-Pues claro señora, para esto existimos los jóvenes, jajaja- Le respondió Reus con un tono amable.
Dejó a la mujer en su piso y subió los pocos escalones que le quedaban. Y en cuanto vio la puerta esos pensamientos volvieron a su mente. Entró sin hacer ruido pero Alice debió de notarle, porque fue corriendo a saludarle.
-Mira quién ha venido, la princesa del lugar- Dijo haciendo una reverencia con sátira-. Estamos todos viendo una película romántica de esas, tu novia la quiso dejar porque según ella es muy bonita, pero todos nos estamos quedando dormidos. Iba a llamar ahora a una pizzería de por aquí, para ver si vuelve a haber algún ambiente más festivo- Alice parecía algo picada con Susi, no encajaba con el grupo y parecía que ni siquiera quería encajar-. Los chicos te dejaron la ropa encima de tu cama. Ordénala ahora rápido, que luego no hay ganas, ya sabes... Te lo dice una chica que sabe de esto- Levantó la mano como si fuese una promesa-.Y encontramos un bote de pintura verde en la basura, casi sin utilizar, así que creo que te gustaría pintar tu cuarto del mismo color de tus ojos.
Con eso último Reus se empezó a sonrojar y se apartó hacia su cuarto sin darle ninguna palabra a Alice, que le seguía mirando.

El armario de Reus empezó a parecer un armario de verdad.
No había comprado mucha ropa, lo suficiente para sobrevivir: varias sudaderas y camisetas, tres pantalones vaqueros, unos zapatos de “la nueva modé de los jovenés”, un pack de calzoncillos y calcetines de varios tonos oscuros y un abrigo.
De ese tipo de abrigos que son tan horrorosos que ningún violador se acercaría a kilómetros, pero que luego calientan mucho porque tienen plumas de pato u oca. Abultaba más que toda la ropa junta. Este abrigo no cabía colgado de una percha dentro del armario, así que acabó puesto sin nada de cuidado sobre el respaldo de la silla.
Se empezó a quitar la ropa para irse a la ducha, y mientras se quitaba la camiseta oyó que la puerta se abría.
-Habitación ocupada.
-Tranquilo cari, soy yo- La voz de Susi sonaba cerca. Acababa de cerrar la puerta y se acercaba a él-. La chica del pelo rosa ha cambiado el canal para poner una película de acción, y he venido ver qué hacías por aquí.
Al acabar de quitarse la camiseta se encontró con ella cara a cara.
Sus caras se acercaron y ella se abalanzó sobre sus labios para besarlos una y otra vez. Él se sorprendió con la rapidez y la calidez de sus besos y comenzó a seguirlos.
-Am… Amor- Reus consiguió separar su boca unos milímetros de la de Susi-. Me tengo que poner el pijama al menos, que me estoy quedando helado.
-Pues póntelo. Aquí nadie te lo impide- Ella puso una voz sensual que nada tenía que ver con la chica tímida que había conocido esa tarde. La gatita se había convertido en una tigresa.
El chico comenzó a ponerse la camiseta y al instante ya estaba Susi otra vez sobre él. Esta vez le empujó contra la cama y se echó sobre él.
-Te amo tanto- Ella le susurraba estas palabras entre beso y beso mientras esperaba una respuesta de él que sabía que no iba a llegar.

-Reus, acaban de llegar las pizzas- Alice interrumpió de repente en el cuarto-. Oh, lo siento. No sabía que estabais así… Deberíais haber colgado algún trapo en el pomo de la puerta o algo- Tan rápido como había entrado Alice salió del cuarto.
-Creo… Creo que deberíamos ir a cenar- Dijo Reus tras un rato en silencio mientras se ruborizaba.

-Vale cariño- Le susurró Susi. Y antes de darle tiempo a contestar, ya le estaba volviendo a besar.

sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 3 (Parte 2)

-Bueno Reus, ¿Y mis cosas?
Todavía flipando, Reus se agachó y recogido las zapatillas, dejándoselas encima del lavabo.
-Vale, y ahora fuera del cuarto, a menos que me quieras ver enterita- Alice se empezó a reír locamente.

Ya en el salón Reus empezó a pensar en todo. Hacía relativamente poco que no veía a una chica así, pero había algo distinto en el cuerpo de Alice y en ella misma. Era tan… hermosa.
-Reuss, veenga, que nos tenemos que ir, que necesitas más ropa de la que llevas puesta, además está un poquillo sucia- La voz de Alice le despertó de sus pensamientos. Se había vestido y secado el pelo, que ahora le caía algo ondulado.
-Valep, ya voy-Dijo estirándose mientras se levantaba-. ¿Pero tienes dinero? Porque yo estoy sin blanca.
-Reus, esto es distinto al mundo real, aquí dan ayudas a los menores de 18 o a estudiantes, ya que solemos estar solos aquí, sin padres ni madres que nos cuiden. Tú vas al ayuntamiento, te empadronas y te dan la Tarjeta, con el dinero necesario para alquilar un hogar y comprar lo necesario- Alice se lo iba explicando todo-. Hay chicos que estudian aquí para que, si despiertan, puedan acabar sus estudios. Tú si quieres puedes hacerlo. Mikel y yo, como  dudamos que vayamos a despertar pronto,  ahorramos lo necesario para en cualquier momento irnos a visitar algo de mundo fuera de esta ciudad.
-Ajá entonces lo primero, vamos al ayuntamiento, ¿no?
-Sí, ah, y espero que no te haya traumatizado lo de antes, parecías preocupado.
-Nada. Estate tranquila.

Bajaron las escaleras en callados y se dirigieron al ayuntamiento.
Todo estaba muy concurrido, como si nadie trabajase o quisiese trabajar. Las tiendas abiertas refulgían calor aquella tarde de marzo, y la noche hacía que todo estuviese muy iluminado.
-Reus, entra aquí y cógete un abrigo anda, que me das frío con sólo esa sudadera- Alice se paró en seco frente a una tienda-. Y ya de paso cógete toda la ropa que necesitas, aquí tienes todo el dinero que tengo. Te espero en el ayuntamiento en una hora, que he quedado con una amiga. Adieu.


Tras comprar todo lo necesario Reus se dirigió al ayuntamiento lleno de bolsas. No se había gastado todo el dinero, pero casi.
Al llegar allí la plaza estaba casi llena, y el joven, al no ver a Alice, se metió en una cafetería de la plaza, a tomar algo caliente pues, todavía no le había quitado la etiqueta al plumas que acababa de comprar.

Mientras tomaba un caliente chocolate con churros escuchó a unas chicas susurrar por él.
-Susi, venga. Lánzate. Que el chico es muy guapo. ¿Le has visto sus ojos?
-Pero Gema… Es que no se… Parece tan perfecto…
-Susi, o vas tú o voy yo y me lo ligo, que ya sabes cómo soy con los chicos.
Reus se levantó de un salto y se acercó a las chicas.
-Hoola chicas- Echó una ojeada a las dos chicas. Gema era una pelirroja algo rellenita pero con pinta decidida, mientras que la chica llamada Susi era una morenaza con labios muy sensuales. Reus se decantó por ella-. ¿Qué tal estáis? Soy Reus.
-Ves Susi, te lo dije- dijo la pelirroja.
-Ay Gema déjame.
-Mira guapetón, mi amiga Susi se ha colado por ti- Le soltó Gema de golpe mientras se levantaba-. Así que te dejo a solas con ella y eso. Chaíto.
La chica se fue casi corriendo, dejando a su amiga toda cortada.
Reus se quedó sin habla, así que miró a la chica con una sonrisa y le cogió de la mano.
-Salgamos a hablar anda.
No era la primera vez que le pasaba algo así, así que el joven ya sabía cómo reaccionar en esos casos.
Ya fuera miró a los lados para ver si veía a Alice por allí, pero no estaba.
-Bueno…- La chica parecía sentirse algo incómoda.
Reus le tocó la mejilla con una mano. Estaba algo fría. Miró a los lados una última vez, para ver si veía a Alice. No sabía por qué la buscaba, simplemente quería verla.
De repente la vio acercándose a la plaza. No iba sola, iba con unos chicos.
La chica de pelo rosa que le acompañaba iba dando saltitos junto a un chico alto de pelo algo punki y con gafas.
Lo que más le extrañó a Reus es que de la mano de Alice iba un chico de pelo rubio y ondulado y ojos azules.
Parecían muy felices juntos.
En un momento, la chica del pelo rosa agarró al de gafas y se adelantaron a mirar una tienda, dejando a su amiga sola con el chico.
Ahí él se giró y se empezó a besar con Alice mientras Reus observaba esa escena.
-Oye, ¿te pasa algo Reus?- Susi miraba extrañada al chico.
Reus la miró y la besó, casi con fuerza, en los labios. Ella le siguió el beso.
Parecían una pareja de enamorados más. Como Alice y el chico rubio, que seguían besándose a escasos pasos de ellos.

Pero Reus sabía que algo en su interior había cambiado para siempre.


lunes, 13 de enero de 2014

Capítulo 3 (Parte 1)

Alice subió las escaleras con Reus detrás hasta el último piso.
Al pasar por la única puerta que había, ella se limpió los zapatos en el felpudo y él la imitó.
En el felpudo se había dibujadas unas piezas del tetris muy coloridas, se notaba que era bastante nuevo.
Nada más entrar, Reus cerró la puerta.

Hacía calor y Reus se abanicó un poco la cara con la mano. Mientras hacía eso observó el lugar donde se hallaba.
Estaba en un largo pasillo con tres puertas a cada lado y una en frente del pasillo. Todo estaba excesivamente decorado, con posters de carteles de músicos que no conocía.
Alice entró en la última puerta de la derecha corriendo.
Reus la siguió y entró tras de ella.

En el centro de la sala, sobre un sofá, estaba un chico con cascos, moviendo la cabeza de arriba a abajo mientras observaba un portátil negro.
-Mikel, mira a quién traigo-Dijo Alice con una sonrisa.
Pero, al ver que el chico ni se inmutaba se acercó a él, le quitó los cascos y le gritó al oído.
-MIKEEEEL, TE ESTOY HABLANDO, MIRA A QUIÉN HE TRAÍDO.
-Joder Alice, no estoy sordo macho-Dijo el chico mientras se frotaba las orejas dolorido-. Estaba escuchando Linkin Park a todo volumen. ¿Quién es el chico de la puerta?- miró a Reus a los ojos con sorpresa.
-Es... Eeems... -Esta pregunta pilló a Alice desprevenida-. ¿Cómo te llamas, princesssa?- Le preguntó al chico, haciendo un siseo con la ese.
-Me llamo Reus
-Se llama Reus- Repitió Alice, diciéndoselo al chico del sofá-. Me le he encontrado en la calle, es nuevo. Reus, este es Mik..
-Mikel para servirle chico nuevo- El joven alzó la cabeza interrumpiendo a la chica.

En cuanto se giró el chico para saludar a Reus este se percató en que tenía el pelo color caramelo, al igual que los ojos. Entre eso y la voz aterciopelada parecía el típico chico de los institutos americanos que se ligan a la protagonista en las pelis de adolescentes.

Tras los saludos, Mikel invitó a Reus a sentarse en el sofá y entre él y Alice le contaron todo un poco.
-Mira Reus... Esto no es la Madrid que tú conoces, seguramente ya te habrás dado cuenta. Yo llegué aquí tras caerme por las escaleras del chalet de mis padres en la sierra. Y desperté aquí. Al principio no tenía a nadie hasta que un día conocí a Alice.
-Así es, pero cuéntale como eras cuando te conocí jajajajaja-Alice se empezó a reír sola y se le saltaron las lágrimas.
Mikel lanzó una mirada de furia a la chica mientras ella intentaba controlarse.
-Era muy.. Eems... Pijo y hipster. Cuando Alice me encontró yo tenía unas gafas de pasta gruesas.
-SÍÍÍ, QUÉ PINTAS TENÍA EL POOBRE PUAJAJAJAJAJA- Alice gritó mientras lloraba de la risa.
Reus se rió un poco, no entendía nada.
-Bueno Reus, a dónde queremos llegar, es que, este mundo es algo como un sueño conjunto de personas que ahora no están en el mundo real, como un limbo-Alice se calmó un poco.
-Entonces... Yo estoy.. En coma...
-Así es Reus, pero el lado bueno es que no estás muerto- Mikel se acercó a él-. Aquí la vida sigue, si quieres, durante el tiempo que estés aquí te puedes quedar, tenemos una habitación libre. Las normas básicas de convivencia son no destrozar la casa si haces fiestas, se algo sociable y usar el baño correcto, ya que hay uno para Alice y otro para mí. Tú usarás el mismo que yo.
-¡¡Vale, pues... Bienvenido a tu nuevo hogar Reus!!- la chica saltó y alzó los brazos, como si quisiese que la viesen más.
-Hay algo que no termino de comprender, a ver, estoy en coma. Y vosotros también. Pero, ¿me puedo quedar en coma para siempre?
-Sí, hay gente que muere ya siendo mayor. Y hay otros que les dan un infarto o algo en la Madrid real y desaparecen de aquí. La semana pasada le pasó a un señor. Iba andando por la calle normal y plof, desaparece. Es normal.-Alice se levantó y se quitó el abrigo, tirándolo sobre Mikel- Hey, me voy a duchar que estoy agotadísima.
A continuación se fue a su baño, cerrando la puerta tras de sí. En seguida se empezó a oír el agua caer.

Mikel le dijo a Reus de enseñarle su habitación y acomodarla un poco.
Nada más pasar a esta, Reus observó lo que en su tiempo debió de ser un cuarto de trastos.
La pared estaba pintada de un azul fuerte y en el suelo había una horrorosa alfombra de gatitos. En el lado derecho había una cama pequeña, y a su lado, junto a una mesilla que parecía que se iba a caer en cualquier momento, se encontraba un enorme armario de caoba. Todo lo demás estaba lleno de cosas viejas, como una televisión enorme con la pantalla rota, unas muñecas de porcelana que más que alegría daban miedo y una bicicleta estática.
Entre los dos chicos recogieron un poco el cuarto. Mikel vació el armario de ropa y sacó todos los trastos viejos y feos. Ah, y la alfombra de gatos. Pusieron las sábanas a la cama y le prestó un pijama, o al menos eso decía que era (Una camiseta con pantalón a juego que a Reus le quedaban algo grande debido a su delgadez, ya que Mikel estaba algo tonificado).
Al salir de la nueva habitación de Reus, le señaló los baños que los miró un poco desconcertado. Entraron en el primero que había.
-Ese es nuestro baño, puedes usar todos los jabones que quieras- Dijo nada mas entrar  en el baño en cuya puerta había un cartel en el que ponía Mr Unicorn con un dibujo de un unicornio con bigote y sombrero-. Hay una toalla negra de sobra en el tendedero de la cocina. Tengo cepillos de dientes nuevos en el armario del espejo. Ah, y al lado del retrete tengo revistas… Ya sabes, por si te aburres y… Bueno, tú ya me entiendes. No todos los días se encuentra chicas con las que dormir.

Al salir del baño, Mikel llamó con los nudillos a la puerta del de Alice, que tenía el cartel de Mrs. Unicorn y aparecía un unicornio con un lazo y pintalabios. La chica le gritó que qué pasaba mientras se oía el agua caer en la bañera.
-Alice, me voy que he quedado con una chica, a lo mejor no vengo a dormir eeh. Ya os veré, esta noche cocináis tú y Reus. Y arreglé su nuevo cuarto.
A continuación, entró a su cuarto, se echó desodorante, cogió las cosas y se fue corriendo de la casa.
Reus se quedó viendo en la televisión que tenían en el salón un documental sobre patos hasta que oyó la voz de Alice.
-Reuuus, ven por favor, que me he dejado la toalla y el pijama con las zapatillas en mi cuartoo.
Él se levantó con pereza y se metió en el cuarto de la chica en busca de los objetos perdidos.
El cuarto de Alice era muy grande. Las paredes eran azules, pero mucho más bonitas que las de la habitación de Reus, y había posters por todos lados, como en toda la casa. Se notaba que la decoración la había puesto la chica. La cama era enorme, seguramente habría dormido ahí con algún que otro chico. El armario estaba incrustado en la pared y era blanco. Todo el cuarto era como Alice, curioso pero divertido y loco.
En seguida halló las zapatillas, pero los demás objetos no los encontró por más que buscó en el enorme armario, y rebuscó en la ropa amontonada en el fondo. 
Así que, cogió las zapatillas y llamó a la puerta del baño de la chica.
-Pasa- Ya no se oía el agua, seguramente ya habría acabado.
Al pasar, una nube de vapor le acarició la cara. Todo olía a menta. Reus aspiró todo lo que pudo, amaba ese olor. Cuando sus ojos se acostumbraron, miró al alrededor y se encontró a Alice desnuda de cara, tapándose con un brazo los pechos y con otro la entrepierna.
El pelo le caía mojado sobre los hombros y goteaba en el suelo y sus ojos brillaban con luz propia.
Las zapatillas que Reus llevaba en las manos cayeron al suelo.



martes, 7 de enero de 2014

Capítulo 2 (Parte 2)


Reus caminó por las calles que tan bien se conocía. Se paró en la plaza de Colón para descansar de la caminata y seguidamente se dirigió hasta el centro de la ciudad.
Poco a poco el sol se fue escondiendo y las primeras farolas se iluminaron en la capital.
Él iba mirando los escaparates. Todo parecía normal, un bullicio se extendía ante sus ojos y nadie parecía ver nada extraño. 
Lo único extraño era él mismo. Y parecía otra persona corriente entre todas.
Estaba en una ciudad donde no tenía a nadie.
Parecía una pesadilla, pero de una pesadilla se puede despertar y volver a estar tranquilo. De esa extraña realidad no.


Cayó la noche y con ella se levantó un viento gélido. La gente fue yéndose a sus casas y las calles se quedaron casi vacías.
Ahora sí que Reus no tenía a nadie más que a sí mismo.

Se sentó en el suelo de una calle muy concurrida pese a ser ya de noche y esperó que algo apareciese, que algo le despertase de aquello.
Algunas personas le lanzaban monedas como si de un pobre se tratase, aunque con esa pinta de apenas haber comido nada y dela ropa manchada de a saber qué parecía más un mendigo que un joven aristocrático.

Estaba solo, pasaría la vida solo y moriría solo.
Ni familia ni amigos ni nadie a quien conociese.
Solo.

Una lágrima cruzó su mejilla helada.
Se agarró con las manos la cabeza, dispuesto a pasar la noche bajo esa capa de frío que había llegado a Madrid.
Oía los pasos de la gente. La oía cuchichear, masticar y tragar comida, reír…
Unos pasos se pararon frente a él.
-No llores princesa, que se te caerá la corona- Era una joven la que había pronunciado esas palabras con sátira.

Reus levantó la cabeza y la miró.
Estaba pálida por el frío y tenía las mejillas sonrojadas. Unos ojos grandes y marrones le miraban con curiosidad. El pelo, totalmente negro le caía por la frente, parecía que se lo había cortado ella, pues no era nada simétrico. Ah, y las puntas del pelo las tenía teñidas de azul. En conjunto, toda ella parecía decir “Aquí estoy”.
-Quién eres y qué dices mocosa- contestó Reus tras mirarla unos instantes.
-Eres nuevo, ¿verdad?- Ella le miraba divertida por la expresión cabreada del chico-. Soy Alice, yo también fui nueva aquí pero me acabé acostumbrando a esto. Anda, coge lo que tengas y vente conmigo. Conozco a alguien que te puede ayudar.

Reus no se lo pensó dos veces y se levantó de un salto. Cogió las monedas que le habían dado y siguió la desconocida.
Era cierto que no se conocían de nada, pero si alguien le había ofrecido una salida no tenía nada que perder.

Anduvieron un trecho hasta llegar a unos edificios bastante bajos. Alice llamó al timbre y dijo una palabra en voz baja, al instante se abrió la puerta.

-Pasa princesa, que te vas a helar- le dijo con una sonrisa.



lunes, 9 de diciembre de 2013

Capítulo 2 (Parte 1)



Nada más abrir los ojos reconoció el lugar donde se encontraba. No conseguía saber de qué exactamente, pero el árbol contra el que estaba apoyado le sonaba de algo.
Apenas había salido el sol, pero Reus miró al cielo y se levantó. Le dolía todo el cuerpo debido a la postura en la que había dormido contra el duro tronco.

Reus no supo como es que había acabado allí, no se acordaba de casi nada. Lo último de lo que se acordaba era de la discoteca y de Jorge. Que estaba con él.
Jorge.
¿Dónde estaba su amigo?
Les habían echado porque este intentó penetrar a la única puerta del baño masculino que quedaba en pie. Reus recordaba que haber cogido el coche y estaba seguro de haber vuelto a casa en él con su amigo, pero ¿dónde estaba su coche?
Se levantó y miró a los lados en busca de una explicación y de repente tuvo una visión fugaz de lo que había pasado.
La noche anterior tuvo un accidente allí mismo. Se chocó contra ese árbol. Todo era negro, su movil sonaba de vez en cuando por los mensajes que le mandaban, pero no podía contestar. Estaba atrapado. Y le dolía la pierna mucho, como si se hubiese roto algo. No notaba casi nada de cadera para abajo. Oía a Jorge gritar pidiendo auxilio y él intentó gritar también, pero se le acabó nublando la vista del dolor.
Y bum. Al día siguiente se despierta en ese mismo sitio, pero sin rastro del coche ni de su mejor amigo.

Finalmente, tras mucho reflexionar se le ocurrió lo había podido pasar. Seguramente eso sería una broma absurda de sus amigos.
Reus empezó a reír forzadamente como un loco.
-Salid chicos, buena broma pero os he pillado- Dijo mientras aplaudía-. Venga va, ¿cómo lo habéis hecho?
Buscó a su alrededor y no vio nada moverse.
Al ver que no cambiaba nada supuso que estarían en el local de anoche. Seguramente estarían todos esperándole mientras se reían de él por lo fácil que había sido gastarle la broma, así que se dirigió andando por el borde de la carretera a la capital mientras el sol iluminada su cabeza.
Durante el camino no dejaba de pensar qué había pasado para acabar así. La teoría de la broma no le terminaba de convencer del todo, pero en ese momento no se le ocurría nada más.

No se dio cuenta de que no le dolía nada la pierna y tampoco de que no tenía cortes ni rasguños del accidente.


Divisó los edificios a lo lejos, ya estaba acercándose más a la ciudad. Estaba agotado después de haber andado durante más de una hora. Tenía mucha sed.
Gotas de sudor bañaban la cara de Reus cuando divisó el local, el cual todavía estaba abierto. Corrió hacia él lo más rápido que podía permitirse.

Aún había personas moviéndose en el escenario. Tenían unas enormes ojeras de no haber dormido pero eso les daba igual. Más de un chico había encontrado a su amor de un día allí aquella noche.
Reus esperó que la chica de los brackets hubiese encontrado a un chico mejor que él, no tan capullo.
Pero encontrar a un príncipe azul en aquel lugar era como encontrar a una monja en una convención de porno.

Se dirigió a la barra y un camarero muy ojeroso le atendió lo más educadamente posible tras haber pasado una noche trabajando.
Pidió un vaso de agua con algo para picar gratis, como unas aceitunas o patatas.
No tenía nada de dinero, esa mañana se había despertado sin cartera, lo que significaba un adiós DNI, adiós documentos, adieu demás carnets y bye-bye dinero.

Al acabar de tomar aquello, que le sentó como si se hubiese comido una piedra fue a los baños.
Mientras orinaba se dio cuenta de que había cosas que no conseguía encajar.
La gente que bailaba no le sonaba de nada, y eso que anoche él había observado a todas las chicas hasta decantarse por la de la barra.
Al girarse mientras se subía la bragueta se fijó en otra cosa curiosa: en los baños no faltaba ninguna puerta. Estaban todas limpias, sin marcas de arañazos ni números de teléfono de chicas necesitadas.

Salió corriendo del baño y fue otra vez a la barra. Sin apenas respirar le dijo al camarero que le dejase un teléfono (el suyo había desaparecido junto a todo lo demás) y la guía telefónica.
Lo primero que hizo fue llamar a su casa para ver si estaban preocupados por él, pero un chico desconocido cogió negando que allí se hospedase la familia Fernández Álvarez.
También llamó a sus padres pero no cogieron.
No  era posible, aquello no podía ser real.
Finalmente no le quedó otra opción que llamar al buffet de abogados donde trabajaban ambos.
Abrió la guía y buscó el nombre. Finalmente encontró el número, sabía que era ese número. Lo reconocería en cualquier parte.
Agarró el teléfono y llamó.
Un pitido. Dos pitidos. Nadie respondía a la llamada. Tres pitidos.
-¿Sí? Aquí Buffet de Abogados de Madrid- Una mujer de voz madura contestó-, ¿Qué desea?
-Uff, pensaba que no iba a coger nadie- Dijo Reus nervioso por preguntarle sobre sus padres-. Mire, busco a mi padre, Antonio Fernández, ¿sabe dónde puede estar ahora?
-Lo siento pero aquí no trabaja ningún Antonio, se habrá equivocado de buffet.
-No, estoy seguro de no haberme equivocado. ¿Y sabe algo de Marta Álvarez?
-Joven, no se si esto será una estúpida broma de mocosos pero aquí no trabaja nadie con esos nombres- Tras decir esto la mujer colgó-.

La frente de Reus empezó a humedecerse del sudor. ¿Qué pasaba?
Dejó la guía en la barra y salió sin despedirse del camarero, que lo miraba intrigado mientras salía.
-¿Quién es ese muchacho?- Un chico apareció de la nada, parecía ser de los que habían pasado la noche de juerga.
-No lo se, creo que es nuevo. El pobre todavía no sabe que está en coma y que todo es un sueño en común de todas las demás personas que se hallan en el mismo estado que él.
-Aay, pobrecito. ¿Por qué no se lo has dicho? El pobre estará preocupado.
-Recuerda las normas, no se lo podemos decir. Lo tiene que descubrir él solo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 1 (Parte 2)


Marta iba conduciendo de vuelta a casa. El caso en el que estaba se había alargado y se había tenido que quedar bastante más tarde.

Ella era una mujer moderna, para nada aparentaba los 48 años que había cumplido semanas atrás. Solía ser muy ordenada, en su coche nada se salía de su lugar, menos un montón de papeles desordenados que, junto a su móvil habían sido puestos en el asiento de copiloto. Probablemente esa noche se quedaría hasta tarde arreglando el papeleo.
Su pelo era bastante corto y su minúscula melena caía es una cascada castaña. Su hijo había heredado sus ojos verdes. Sólo sus ojos. Y, bueno, su motivación por los libros.
Iba escuchando música clásica, ya que la ayudaba a relajarse después del trabajo. Mientras tarareaba un canon empezó a sonar su móvil.
Marta lo ignoró, una buena conductora no coge el móvil mientras conduce.
Pero enseguida este volvió a sonar otra vez. Y otra más. Al final lo acabó cogiendo y, viendo el número que le aparecía en la pantalla sospechó que algo ocurría.

-Reus hijo, ¿qué te pasa? Ahora llegaré a casa, espero verte ya en pijama- Dijo preocupada esperando escuchar la voz de su hijo diciendo que no pasaba nada.
Pero una voz desconocida empezó a hablar por el auricular.
-¿Es usted familiar de Reus Fernández?
-Sí, ¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Lo sentimos, su hijo acaba de tener un accidente en la carretera secundaria de Pozuelo1 a 10 kilómetros de la capital.
Ahí Marta saltó de un bote. En su  mente surgieron sensaciones que pensó que nunca iba a tener. Dio un volantazo en medio de la carretera y aumentó su velocidad hasta alcanzar la máxima que podía permitirse.
En apenas cinco minutos llegó al lugar donde todo había ocurrido. Había dos ambulancias y varios coches de policía. Uno de los agentes le tomaba declaración a un Jorge más distinto de lo normal.
Apenas respondía a las preguntas y si decía algo eran palabras que no tenían sentido.
-Mariposas. Mariposas volando… Sofía… Faltas de ortografía… Reus cabreado conmigo… Me gritó… Otra vez Sofía… Curva y árbol... Negro. Todo negro. Gritos, Reus gritando. Silencio- Empezó a llorar a lágrima viva y se tapó la cara con los ojos. Una enfermera le colocó una manta sobre los hombros y se lo llevó a una ambulancia.
Marta miró a los lados y lo que vio no le gustó nada. El coche estampado contra el árbol apenas era reconocible.
El lado del conductor estaba completamente destrozado. Parecía un montón de chatarra comparado con el lado de Jorge, casi intacto.

Unos policías se acercaron a hablar con ella sobre lo que había pasado.
-El amigo iba drogado, no sabemos si su hijo también había tomado drogas. Ahora mismo está en un estado de inconsciencia en la ambulancia número 2. Presenta numerosas heridas provocadas por el accidente. Dudo que la dejen entrar a verle. Hoy ha sido un día negro, ¿sabe? Este es el tercer accidente en apenas unas horas. No se qué les pasa a los jóvenes de hoy en día. Piensan que van a vivir para siempre y luego pasa lo que pasa. Además, su hijo era menor, ¿sabe usted que hacía conduciendo a estas horas de la noche?
-Tenía diecisiete años, se iba a sacar el carné nada más cumplir los dieciocho. A veces le dejábamos coger el coche, es muy responsable y además nunca ha tenido faltas con nosotros. - No le salían las palabras de la boca. No conseguía entender lo que pasaba… Bueno, sí que lo entendía, pero no quería entenderlo- Joder, joder, joder. Entonces mi hijo… ¿Está en coma?
-Dado el estado de gravedad lo vamos a evacuar inmediatamente al hospital más cercano, lo sentimos mucho. Ahora le trasladaremos, puede acompañarles- Dijo el agente señalando a la ambulancia, que ya había encendido el motor -. Yo me voy con el otro chico a comisaría, a llamar a sus padres y todo eso. Pueden meterse usted y su marido en un lío, por eso de que era menor. Bueno les deseo suerte con su hijo.
Se despidió educadamente y se fue en el coche con Jorge, que miraba a la nada en busca de una explicación.
Seguidamente Marta se metió en el suyo y encendió el motor. Vio la vida de Reus pasar ante sus ojos mientras conducía al hospital.
Siempre había sacado buenas notas, al entrar en primaria ya sabía escribir y leer, y también sumar, restar, multiplicar y dividir.
Su primera novia la tuvo a los 12 años. Era una niña del vecindario, hija del director de una editorial. Reus y Jorge se pelearon por ella y al final Reus prefirió a Jorge y la acabó dejando.
Su hijo leía mucho y no aguantaba las faltas en escritos, era una de las cosas que más odiaba. Aunque más odiaba a la oscuridad.
Un día cuando apenas había hecho 5 años se quedó en casa una tarde. Ese día hubo un apagón y hasta que no volvieron sus padres Reus no se movió de debajo de su cama. Tenía miedo de que alguien malo apareciese.
Al final, a los 17 años Reus era un chico derecho y educado. Seguía odiando la oscuridad, pero ya había superado el miedo.
Ese año se graduaría del instituto y entraría en una universidad prestigiosa de Gran Bretaña. Ya tenía su futuro montado y parecía que nada lo iba a joder.
Pero pasó lo que pasó.

Marta se quedó en el coche, viendo como sacaban a su hijo en camilla y le metían en el hospital corriendo.
Unos golpes en la ventanilla la despertaron de sus recuerdos.
-Hola, es usted la madre del paciente ¿verdad? Necesitamos que nos diga su nombre, el grupo sanguíneo y las alergias. También que rellene este formulario- Era una de las enfermeras que habían ido al lugar del siniestro.

La sala en la que habían colocado a Marta era gris, un color muy triste pero que encajaba perfectamente con su estado de ánimo, a su alrededor vio unas filas de incómodas sillas de plástico negras pegadas en la pared, una máquina de café y otra expendedora de comidas varias.
En las pareces había colocado el cartel donde se veía la cara de una mujer mandando guardar silencio  y al lado de las máquinas había una ventana con notables marcas de huellas, seguramente de las personas que anteriormente habían pasado una larga espera.

Mientras, Reus estaba en el box2 número 4, donde trataban de estabilizarle antes de llevarle al quirófano dos, para escasearle y parar las distintas hemorragias que pudiese tener. A primera vista se podía ver que la cara la tenía parcialmente hinchada, y un feo golpe en el lado izquierdo y tenía cortes por los brazos, así mismo preocupaba la herida abierta que se había producido por la rotura del fémur derecho. En la sala, lo único que producía sonido era una máquina de respiración asistida que le mantenía con vida. Todo lo demás estaba callado.
Marta miraba desde fuera de la habitación donde iban entrando y saliendo con prisas los médicos y enfermeros. No dejaba de observarles. A lo mejor todo era una pesadilla.
No, no era una pesadilla. A partir de ahora tendría que convivir con esa imagen en la mente.
-Cariño… Joder…
Antonio entró en la sala de espera. Tenía la cara sudorosa y el traje de pana todo arrugado.
Su pelo gris estaba húmedo del sudor y en sus ojos azules se veía preocupación.
Abrazó a su esposa y la miró buscando respuestas.
Marta observando a su marido pensó que Reus y su marido se parecían bastante. Ambos eran, altos, delgados, de ojos claros y de boca fina, aunque Reus era mucho más atractivo que su padre cuando tenía su edad.
Un médico salió de la sala donde se encontraba su hijo y les comunicó la primera valoración del estado de Reus.
-Familiares de Reus Fernández- Marta y Antonio se miraron a la cara y se acercaron al médico-, Lamento no tener muy buenas noticias sobre su hijo, después de una primera valoración y después de valorar todas las pruebas medicas realizadas, en vista de todos estos resultados, debo comunicarles que el estado en el que se encuentra su hijo es traumatismo craneoencefálico grave, conocido como un coma, decirles también, que cuanto más tiempo en coma esté, más graves serán las lesiones al despertar. Deben tener en cuenta que en función del trastorno cerebral que padece su hijo, no solo deben estar preparados para lo peor, un riesgo de muerte  sino que tenemos que barajar la posibilidad de que no recupere la consciencia después de este accidente- Ella se echó a llorar en los brazos de Antonio, que aguantaba las lágrimas y evitaba parecer abatido-. Ahora pasaremos por el quirófano y le haremos la revisión final.
Sacaron a Reus con la máquina de respiración y se fueron al quirófano, dejando a los padres destrozados por lo que acababan de oír.

-Crees… ¿Crees que logrará despertar? Tenemos muchas cosas que decirle… Tiene que conocer la verdad…
-No se que pasará a partir de ahora Marta. Sinceramente no lo se.





1, Pozuelo de Alarcón: Municipio español de la Comunidad de Madrid situado al oeste de la capital.

2, Box: Espacio donde se le dan los primeros auxilios a un paciente en un hospital.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Capítulo 1 (Parte 1)



En la fiesta de aquella noche apenas se distinguían los cuerpos que bailaban sobre el escenario.
Las chicas más atrevidas bailaban en la pista al ritmo más estridente de la música del momento y los tíos las miraban, observaban hasta decantarse por una y se dirigían a ligársela.
Las jóvenes más apartadas cuchicheaban sobre los dos chicos que acababan de entrar en todo ese jaleo de cuerpos y música.
El cabecilla miró a los lados con sus ojos verdes, que brillaban entre aquella poca luz.


Él miró buscando a alguien. Y al final se acercó a la joven que estaba sola en la barra. Una presa fácil.
- Hola- Dijo con una voz seductora que solo él sabía poner-. ¿Te vienes a bailar conmigo?
Siempre usaba la misma táctica con las chicas solitarias como aquella. Ellas no buscaban alguien a quien follarse aquella noche. En su corazón añoraban poder encontrar a su príncipe azul que nunca aparecería por su vida.

La chica sonrió y asintió con una sonrisa llena de brackets. No se la podría considerar fea. Tenía una hermosa melena castaña y unos ojos oscuros.
En cuanto salieron, gracias a la casualidad del destino el Dj puso una canción algo más lenta y las pocas parejas que había y que se habían formado minutos antes salieron a bailarla.
La joven empezó a acercase más a él mientras no dejaba de mirarle los ojos.
-No me has dicho cómo te llamas- Dijo ella en un intento por entablar conversación.
-Me llamo Reus- Contestó él acentuando la r.
- Un chico con nombre catalán en la capital de España. Me gusta tu nombre tanto como tus ojos. Son preciosos.
Reus asintió con una sonrisa falsa.  Ya sabía que tenía unos ojos bonitos, era lo primero que le solían decir todas.
La música fue  bajando poco a poco y él la apartó de la zona de baile, llevándosela a una pared casi oculta de la vista de todos. La colocó contra el duro cemento y acercó su boca a la de la chica, que ansiaba probar esos carnosos labios.
La besó suavemente y ella se apretó contra él, cosa que Reus entendió lo que quería decir, así que abrió más la boca y sus lenguas se unieron. Era un frenesí. Se besaban con ansia hasta que apareció el típico imbécil de turno, que les separó al grito de:
-Oye Reus, tu amigo está petado de LSD hasta el trasero y se lo está montando con una puerta en los baños. A ver cuando te lo montas con esta tía, que está más buena que el pan.
Reus al oír aquello se separó de la chica y corrió hacia esos asquerosos cuartos de baño.
La joven se alejó de aquella zona, sintiéndose engañada por otro chico así. Aunque quería parecer enfadada en su mirada refulgía aquel brillo que le hacía Reus a todas las chicas.


Jorge no era una persona normal. Lugar que iba, lugar donde encontraba drogas de cualquier tipo.
Siempre acababa en alguna situación comprometida, como aquella vez cuando se despertó con un travestido en la cama.
Reus llegó algo tarde a los baños, allí ya estaba la gente amontonada riéndose de el chico que intentaba tirarse a la única puerta que quedaba en pie. Este al ver a su amigo le saludó y le señaló a su “chica”. Reus le agarró del brazo y le obligó a vestirse otra vez. Le empezó a gritar cual padre e hizo que se despejasen todos los mirones. La cosa es que entre los mirones había un guarda.
Acabaron los dos en la calle, donde hacía un frío invernal pese a estar ya en marzo.
Ambos se subieron la cremallera y se dirigieron al coche de Reus.
Apenas contaba con 17 años pero sus padres le consideraban lo suficientemente responsable para conducir. Sólo conducía algunos días en los que no le apetecía ir en un coche compartido, y siempre bajo la mirada de sus padres, los dos abogados más populares de toda la capital.
Subieron al viejo coche azul y empezaron a dirigirse a casa.
Jorge y Reus vivían desde que tenían memoria en la misma urbanización, una de las más lujosas. Los padres de Jorge eran hábiles empresarios y siempre solían estar fuera, así que el chico había crecido bajo el cuidado de una mujer ya mayor llamada Maria Jesús de los Remedios.
Desde pequeños lo habían compartido todo, desde las chorradas más tontas hasta los amores más profundos.

Mientras Reus conducía por la carretera secundaria iba revisando el móvil, el cual contenía más de veinte mensajes de Sofía.
Ella era ese tipo de chica barbie que pocas veces se ve en la vida. Melena rubia, ojos azules, cara bonita, buena delantera y un buen trasero.
A Reus no le costó convencerla de que saliese con él, con una mirada suya seducía a todas. Para él, más que una novia era un rollo que utilizaba si no tenía a nadie más con quien pasar la noche.
Reus tenía unos ojos verdes muy seductores, aunque su melena totalmente negra cortada a lo emo también ayudaba con las chicas. Tenía una cara de tez muy blanca manchada de pecas infantiles además de unas pestañas largas, una nariz considerada perfecta por muchas y horrenda por otras. Y su boca… Sus labios eran rosados y una sonrisa perfectamente alineada y blanca. Lo único que le podía fallar un poco era su cuerpo, sin nada de musculatura, ya que prefería pasarse una tarde leyendo antes que ir al gimnasio, lo que le hacía muy culto y uno de los listos de la clase.
En resumen, Reus era un chico completo, al contrario que Jorge.

Este era un chico moreno, de pelo castaño oscuro y bastante corto. Adicto al LSD desde los 14 años y muy poco estudioso.
Su plan de futuro se basaba en seducir a una millonaria vieja y casarse con ella, darla amor y sexo hasta que muriese y poder heredarlo todo.
-Joer tío, ¿tú también ves mariposas rosas con la cabeza de nuestra tutora?
Reus hizo una mueca de asco mientras miraba el último mensaje de Sofía: “T gusta + mis uñas d color rosa o d color morado”
Él no aguantaba las faltas de ortografía y menos si venían acompañadas de una frase tan estúpida. Sus dedos teclearon rápidamente unas frases y enseguida la contestación estaba de vuelta.
“Me da igual tus uñas, te prefiero a ti. ¿Mañana me paso por tu casa a buscarte?”
Seguidamente levantó la cabeza y empezó a despotricar sobre Jorge, que miraba sorprendido por la ventanilla.
-Joder Jorge, te dije que no volvieses a tomar esa mierda. O al menos no en tan grandes cantidades. Acabarás más lerdo de lo que eres- Le soltó antes de darle una cachetada cariñosa-. Aaag. Sofía ya empieza con sus gilipolleces. Que si se ve gorda, si es fea… No se da cuenta de lo perfecta que es.

Reus no vio las señales que alertaban de la curva. Tampoco la vio a esta. Y para cuando vio el árbol ya fue demasiado tarde.
-Mierda -Dijo antes de que todo se le volviese negro.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Sinopsis

Todos los médicos se han hecho una pregunta: ¿Qué ve, siente y oye un paciente cuando está en coma?
 

Reus de 17 años e hijo de los abogados más populares de Madrid no sabe lo que le espera cuando, tras un accidente en una noche de fiesta despierta en un Madrid paralelo.
Allí aprenderá a verlo todo desde otro punto de vista completamente distinto al que él conoce de la mano de otra chica comatosa llamada Alice. Juntos superarán el miedo a lo desconocido y aprenderán lecciones sobre la vida, el amor y la amistad.
Pero... ¿Qué pasará cuando realidad y fantasía se junten?

Reus tendrá que elegir entre despertar y vivir una mentira o no hacerlo y vivir un sueño.