Reus caminó por las calles que tan
bien se conocía. Se paró en la plaza de Colón para descansar de la caminata y
seguidamente se dirigió hasta el centro de la ciudad.
Poco a poco el sol se fue escondiendo
y las primeras farolas se iluminaron en la capital.
Él iba mirando los escaparates. Todo
parecía normal, un bullicio se extendía ante sus ojos y nadie parecía ver nada
extraño.
Lo único extraño era él mismo. Y
parecía otra persona corriente entre todas.
Estaba en una ciudad donde no tenía a
nadie.
Parecía una pesadilla, pero de una
pesadilla se puede despertar y volver a estar tranquilo. De esa extraña
realidad no.
Cayó la noche y con ella se levantó un
viento gélido. La gente fue yéndose a sus casas y las calles se quedaron casi vacías.
Ahora sí que Reus no tenía a nadie más
que a sí mismo.
Se sentó en el suelo de una calle muy
concurrida pese a ser ya de noche y esperó que algo apareciese, que algo le
despertase de aquello.
Algunas personas le lanzaban monedas
como si de un pobre se tratase, aunque con esa pinta de apenas haber comido
nada y dela ropa manchada de a saber qué parecía más un mendigo que un joven
aristocrático.
Estaba solo, pasaría la vida solo y
moriría solo.
Ni familia ni amigos ni nadie a quien
conociese.
Solo.
Una lágrima cruzó su mejilla helada.
Se agarró con las manos la cabeza,
dispuesto a pasar la noche bajo esa capa de frío que había llegado a Madrid.
Oía los pasos de la gente. La oía
cuchichear, masticar y tragar comida, reír…
Unos pasos se pararon frente a él.
-No llores princesa, que se te caerá
la corona- Era una joven la que había pronunciado esas palabras con sátira.
Reus levantó la cabeza y la miró.
Estaba pálida por el frío y tenía las
mejillas sonrojadas. Unos ojos grandes y marrones le miraban con curiosidad. El
pelo, totalmente negro le caía por la frente, parecía que se lo había cortado
ella, pues no era nada simétrico. Ah, y las puntas del pelo las tenía teñidas
de azul. En conjunto, toda ella parecía decir “Aquí estoy”.
-Quién eres y qué dices mocosa-
contestó Reus tras mirarla unos instantes.
-Eres nuevo, ¿verdad?- Ella le miraba
divertida por la expresión cabreada del chico-. Soy Alice, yo también fui nueva
aquí pero me acabé acostumbrando a esto. Anda, coge lo que tengas y vente
conmigo. Conozco a alguien que te puede ayudar.
Reus no se lo pensó dos veces y se
levantó de un salto. Cogió las monedas que le habían dado y siguió la
desconocida.
Era cierto que no se conocían de nada,
pero si alguien le había ofrecido una salida no tenía nada que perder.
Anduvieron un trecho hasta llegar a
unos edificios bastante bajos. Alice llamó al timbre y dijo una palabra en voz
baja, al instante se abrió la puerta.
-Pasa princesa, que te vas a helar- le
dijo con una sonrisa.
Espero el siguiente ^^ hay algunas cosas mal escritas, revisa la entrada y verás.
ResponderEliminarUn beso.
Holaa, gracias pro la corrección, me han regalado un portatil por navidad y no me he acostumbrado todavía a escribir.
EliminarEn breves volveré a estribir sin errores básicos, saludos desde la Otra Madrid, Andy Asadaf
HAs sido nominada a un premio en mi blog pásate ^^ http://caballosmusic.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMe ha encantado el capítulo. He tardado en comentar porque me estaba poniendo al día.
ResponderEliminarBesitos<33