-Bueno Reus, este es Dany- Dijo Alice al percatarse de Reus.
-Bueno Alice, esta es Susi-
Respondió Reus en el mismo tono que su amiga señalando a la chica a la
que momentos antes había besado.
Durante un momento todo se calló hasta que la chica del pelo
rosa interrumpió en la escena.
-Y… ¡Yo soy la fantástica Katia!- De un salto se metió entre
las dos parejas y seguidamente añadió-. Y eso de ahí se llama Lucas-.
Señaló al chico de pelo puntiagudo que miraba la escena un poco alejado.
El chico se ajustó las gafas mientras se sonrojaba
-Seguramente tú debes ser el nuevo del que nos ha hablado
Alice- Dijo para intentar romper el hielo-. Si te gustan los videojuegos creo
que nos llevaremos muy bien.
Ahí cada uno empezó del grupo empezó a hablar de a qué jugaba, hasta que
Susi le susurró a Reus al oído que se tenía que marchar, pues su amiga Gema le
estaría esperando en casa.
Reus la agarró de la mano y le dijo que no se fuese.
Él no podría aguantar mucho tiempo viendo a Alice con Dany
achucharse. Ya suponía que empezaba a sentir algo por la chica.
-Oye, puedes quedarte con nosotros en casa. Esta noche un
amigo se ha ido a dormir fuera y tenemos hueco libre- Soltó Alice de repente,
como si le hubiese leído el pensamiento a Reus-. Ah Reus, Dany se que quedará a
dormir conmigo, espero que no te importe… ¿Qué digo? Si tú estarás con Susi- Él
sonrió ante la respuesta-. Ah, y acuérdate de pasarte por el ayuntamiento a
recoger los papeles y eso. Nosotros nos iremos para casa y los chicos te pueden
llevar las bolsas de ropa, que para eso están.- Añadió antes de ponerse a reír
locamente como siempre.
-A ver si está todo correcto señorito
Reus- Dijo la chica que le tendía. Parecía bastante joven, aunque el moño y el
maquillaje hacían que aparentase bastantes años más. Estaba sentada en un
escritorio bastante grande. La sala parecía haber sido decorada para ella tanto
en estilo como en color-. Ums… Tienes 17 años,
en el mundo de arriba, en el real, vives a las afueras de la capital, y
aquí… ¿Tienes casa? Ah, claro, vives en casa de unos amigos en una habitación
entera para ti. ¿Te siente a gusto? ¿O echas de menos a tu familia?- Tantas
preguntas hacían que Reus no se sintiese completamente a gusto con la chica-.
Si la echas de menos tenemos aquí un cuestionario para que respondas con tus
gustos. Aquí llegan muchos niños que quieren padres y muchos padres que quieren
niños. Nosotros simplemente les emparejamos hasta que uno de los dos vuelva… O
hasta que se vaya.
-No necesito nada, estoy bien. Mis
padres me hicieron independiente.
-Ams, ajá. Entonces creo que ya hemos
acabado, ahora imprimo tu Tarjeta. Se te cargarán 1000 euros mensuales para
todo lo que necesites. Lo que no gastes en el mes no se te acumulará. También
te doy tu tarjeta de identificación personal. Ya eres un ciudadano de la Otra
Madrid. Espero que te lo pases bien y que vuelvas pronto al mundo real. Adiós-
Se levantó de la mesa y le dio la mano a Reus en señal de despedida.
Al volver a la plaza se fijó en lo
llena que estaba. Seguramente ya serían más de las diez de la noche, pero por
allí seguía habiendo mucho bullicio.
Las cafeterías estaban atestadas de
gente que, como él, habían llegado a parar ahí de tipo de formas.
Había
algún que otro niño jugando al pilla-pilla y un grupito de chicas bien
vestidas, seguramente para ir de discoteca.
Reus
ignoró su alrededor y volvió a casa pensando en ella.
Alice.
Su nombre
ya provocaba cosquillas en su estómago.
Seguramente
sería algo pasajero, algo que olvidaría pronto. Además, él tenía a Susi, que
con sus curvas, su cuerpo superaba con creces al de Alice.
Enima una
chica como Alice nunca se interesaría por él. Ellas iban a chicos como Dany.
Príncipes
en la vida real.
Reus no
era así, ni de lejos.
Pero no
podía olvida a Susi. Ahora eran novios sí o sí.
Al menos
hasta que él se olvidase de Alice de la misma forma en la que se había colado
por ella.
¿Colado?
Esa era la palabra que Reus decía.
Aunque
una parte de su mente decía que no solamente se había colado. Que era algo más.
Con estos
pensamientos llegó a casa y entró tras una anciana con pintas muy amables que
vivía en el segundo.
-Anda, un
jovenzuelo como tú podría ayudar a una anciana ya mayor y cansada con las
bolsas de la compra- Le miró alzando la cabeza y ajustándose las gafas redondas.
-Pues
claro señora, para esto existimos los jóvenes, jajaja- Le respondió Reus con un
tono amable.
Dejó a la
mujer en su piso y subió los pocos escalones que le quedaban. Y en cuanto vio
la puerta esos pensamientos volvieron a su mente. Entró sin hacer ruido
pero Alice debió de notarle, porque fue corriendo a saludarle.
-Mira
quién ha venido, la princesa del lugar- Dijo haciendo una reverencia con sátira-.
Estamos todos viendo una película romántica de esas, tu novia la quiso dejar
porque según ella es muy bonita, pero todos nos estamos quedando dormidos. Iba
a llamar ahora a una pizzería de por aquí, para ver si vuelve a haber algún
ambiente más festivo- Alice parecía algo picada con Susi, no encajaba con el
grupo y parecía que ni siquiera quería encajar-. Los chicos te dejaron la ropa
encima de tu cama. Ordénala ahora rápido, que luego no hay ganas, ya sabes...
Te lo dice una chica que sabe de esto- Levantó la mano como si fuese una
promesa-.Y encontramos un bote de pintura verde en la basura, casi sin
utilizar, así que creo que te gustaría pintar tu cuarto del mismo color de tus
ojos.
Con eso último
Reus se empezó a sonrojar y se apartó hacia su cuarto sin darle ninguna palabra
a Alice, que le seguía mirando.
El
armario de Reus empezó a parecer un armario de verdad.
No había
comprado mucha ropa, lo suficiente para sobrevivir: varias sudaderas y
camisetas, tres pantalones vaqueros, unos zapatos de “la nueva modé de
los jovenés”, un pack de calzoncillos y calcetines de varios tonos
oscuros y un abrigo.
De ese
tipo de abrigos que son tan horrorosos que ningún violador se acercaría a
kilómetros, pero que luego calientan mucho porque tienen plumas de pato u oca. Abultaba
más que toda la ropa junta. Este abrigo no cabía colgado de una percha dentro
del armario, así que acabó puesto sin nada de cuidado sobre el respaldo de la
silla.
Se empezó
a quitar la ropa para irse a la ducha, y mientras se quitaba la camiseta oyó
que la puerta se abría.
-Habitación
ocupada.
-Tranquilo
cari, soy yo- La voz de Susi sonaba cerca. Acababa de cerrar la puerta y se
acercaba a él-. La chica del pelo rosa ha cambiado el canal para poner una película
de acción, y he venido ver qué hacías por aquí.
Al acabar
de quitarse la camiseta se encontró con ella cara a cara.
Sus caras
se acercaron y ella se abalanzó sobre sus labios para besarlos una y otra vez. Él
se sorprendió con la rapidez y la calidez de sus besos y comenzó a seguirlos.
-Am…
Amor- Reus consiguió separar su boca unos milímetros de la de Susi-. Me tengo
que poner el pijama al menos, que me estoy quedando helado.
-Pues
póntelo. Aquí nadie te lo impide- Ella puso una voz sensual que nada tenía que
ver con la chica tímida que había conocido esa tarde. La gatita se había
convertido en una tigresa.
El chico
comenzó a ponerse la camiseta y al instante ya estaba Susi otra vez sobre él.
Esta vez le empujó contra la cama y se echó sobre él.
-Te amo
tanto- Ella le susurraba estas palabras entre beso y beso mientras esperaba una
respuesta de él que sabía que no iba a llegar.
-Reus,
acaban de llegar las pizzas- Alice interrumpió de repente en el cuarto-. Oh, lo
siento. No sabía que estabais así… Deberíais haber colgado algún trapo en el
pomo de la puerta o algo- Tan rápido como había entrado Alice salió del cuarto.
-Creo…
Creo que deberíamos ir a cenar- Dijo Reus tras un rato en silencio mientras se
ruborizaba.
-Vale
cariño- Le susurró Susi. Y antes de darle tiempo a contestar, ya le estaba
volviendo a besar.