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martes, 25 de febrero de 2014

Capítulo 4 (Parte 1)

                          
-Bueno Reus, este es Dany- Dijo Alice al percatarse de Reus.
-Bueno Alice, esta es Susi-  Respondió Reus en el mismo tono que su amiga señalando a la chica a la que momentos antes había besado.
Durante un momento todo se calló hasta que la chica del pelo rosa interrumpió en la escena.
-Y… ¡Yo soy la fantástica Katia!- De un salto se metió entre las dos parejas y seguidamente añadió-. Y eso de ahí se llama Lucas-. Señaló al chico de pelo puntiagudo que miraba la escena un poco alejado.
El chico se ajustó las gafas mientras se sonrojaba
-Seguramente tú debes ser el nuevo del que nos ha hablado Alice- Dijo para intentar romper el hielo-. Si te gustan los videojuegos creo que nos llevaremos muy bien.
Ahí cada uno empezó del grupo  empezó a hablar de a qué jugaba, hasta que Susi le susurró a Reus al oído que se tenía que marchar, pues su amiga Gema le estaría esperando en casa.
Reus la agarró de la mano y le dijo que no se fuese.
Él no podría aguantar mucho tiempo viendo a Alice con Dany achucharse. Ya suponía que empezaba a sentir algo por la chica.
-Oye, puedes quedarte con nosotros en casa. Esta noche un amigo se ha ido a dormir fuera y tenemos hueco libre- Soltó Alice de repente, como si le hubiese leído el pensamiento a Reus-. Ah Reus, Dany se que quedará a dormir conmigo, espero que no te importe… ¿Qué digo? Si tú estarás con Susi- Él sonrió ante la respuesta-. Ah, y acuérdate de pasarte por el ayuntamiento a recoger los papeles y eso. Nosotros nos iremos para casa y los chicos te pueden llevar las bolsas de ropa, que para eso están.- Añadió antes de ponerse a reír locamente como siempre.



-A ver si está todo correcto señorito Reus- Dijo la chica que le tendía. Parecía bastante joven, aunque el moño y el maquillaje hacían que aparentase bastantes años más. Estaba sentada en un escritorio bastante grande. La sala parecía haber sido decorada para ella tanto en estilo como en color-. Ums… Tienes 17 años,  en el mundo de arriba, en el real, vives a las afueras de la capital, y aquí… ¿Tienes casa? Ah, claro, vives en casa de unos amigos en una habitación entera para ti. ¿Te siente a gusto? ¿O echas de menos a tu familia?- Tantas preguntas hacían que Reus no se sintiese completamente a gusto con la chica-. Si la echas de menos tenemos aquí un cuestionario para que respondas con tus gustos. Aquí llegan muchos niños que quieren padres y muchos padres que quieren niños. Nosotros simplemente les emparejamos hasta que uno de los dos vuelva… O hasta que se vaya.
-No necesito nada, estoy bien. Mis padres me hicieron independiente.
-Ams, ajá. Entonces creo que ya hemos acabado, ahora imprimo tu Tarjeta. Se te cargarán 1000 euros mensuales para todo lo que necesites. Lo que no gastes en el mes no se te acumulará. También te doy tu tarjeta de identificación personal. Ya eres un ciudadano de la Otra Madrid. Espero que te lo pases bien y que vuelvas pronto al mundo real. Adiós- Se levantó de la mesa y le dio la mano a Reus en señal de despedida.


Al volver a la plaza se fijó en lo llena que estaba. Seguramente ya serían más de las diez de la noche, pero por allí seguía habiendo mucho bullicio.
Las cafeterías estaban atestadas de gente que, como él, habían llegado a parar ahí de tipo de formas.
Había algún que otro niño jugando al pilla-pilla y un grupito de chicas bien vestidas, seguramente para ir de discoteca.
Reus ignoró su alrededor y volvió a casa pensando en ella.
Alice.
Su nombre ya provocaba cosquillas en su estómago.
Seguramente sería algo pasajero, algo que olvidaría pronto. Además, él tenía a Susi, que con sus curvas, su cuerpo superaba con creces al de Alice.
Enima una chica como Alice nunca se interesaría por él. Ellas iban a chicos como Dany.
Príncipes en la vida real.
Reus no era así, ni de lejos.
Pero no podía olvida a Susi. Ahora eran novios sí o sí.
Al menos hasta que él se olvidase de Alice de la misma forma en la que se había colado por ella.
¿Colado? Esa era la palabra que Reus decía.
Aunque una parte de su mente decía que no solamente se había colado. Que era algo más.
Con estos pensamientos llegó a casa y entró tras una anciana con pintas muy amables que vivía en el segundo.
-Anda, un jovenzuelo como tú podría ayudar a una anciana ya mayor y cansada con las bolsas de la compra- Le miró alzando la cabeza y ajustándose las gafas redondas.
-Pues claro señora, para esto existimos los jóvenes, jajaja- Le respondió Reus con un tono amable.
Dejó a la mujer en su piso y subió los pocos escalones que le quedaban. Y en cuanto vio la puerta esos pensamientos volvieron a su mente. Entró sin hacer ruido pero Alice debió de notarle, porque fue corriendo a saludarle.
-Mira quién ha venido, la princesa del lugar- Dijo haciendo una reverencia con sátira-. Estamos todos viendo una película romántica de esas, tu novia la quiso dejar porque según ella es muy bonita, pero todos nos estamos quedando dormidos. Iba a llamar ahora a una pizzería de por aquí, para ver si vuelve a haber algún ambiente más festivo- Alice parecía algo picada con Susi, no encajaba con el grupo y parecía que ni siquiera quería encajar-. Los chicos te dejaron la ropa encima de tu cama. Ordénala ahora rápido, que luego no hay ganas, ya sabes... Te lo dice una chica que sabe de esto- Levantó la mano como si fuese una promesa-.Y encontramos un bote de pintura verde en la basura, casi sin utilizar, así que creo que te gustaría pintar tu cuarto del mismo color de tus ojos.
Con eso último Reus se empezó a sonrojar y se apartó hacia su cuarto sin darle ninguna palabra a Alice, que le seguía mirando.

El armario de Reus empezó a parecer un armario de verdad.
No había comprado mucha ropa, lo suficiente para sobrevivir: varias sudaderas y camisetas, tres pantalones vaqueros, unos zapatos de “la nueva modé de los jovenés”, un pack de calzoncillos y calcetines de varios tonos oscuros y un abrigo.
De ese tipo de abrigos que son tan horrorosos que ningún violador se acercaría a kilómetros, pero que luego calientan mucho porque tienen plumas de pato u oca. Abultaba más que toda la ropa junta. Este abrigo no cabía colgado de una percha dentro del armario, así que acabó puesto sin nada de cuidado sobre el respaldo de la silla.
Se empezó a quitar la ropa para irse a la ducha, y mientras se quitaba la camiseta oyó que la puerta se abría.
-Habitación ocupada.
-Tranquilo cari, soy yo- La voz de Susi sonaba cerca. Acababa de cerrar la puerta y se acercaba a él-. La chica del pelo rosa ha cambiado el canal para poner una película de acción, y he venido ver qué hacías por aquí.
Al acabar de quitarse la camiseta se encontró con ella cara a cara.
Sus caras se acercaron y ella se abalanzó sobre sus labios para besarlos una y otra vez. Él se sorprendió con la rapidez y la calidez de sus besos y comenzó a seguirlos.
-Am… Amor- Reus consiguió separar su boca unos milímetros de la de Susi-. Me tengo que poner el pijama al menos, que me estoy quedando helado.
-Pues póntelo. Aquí nadie te lo impide- Ella puso una voz sensual que nada tenía que ver con la chica tímida que había conocido esa tarde. La gatita se había convertido en una tigresa.
El chico comenzó a ponerse la camiseta y al instante ya estaba Susi otra vez sobre él. Esta vez le empujó contra la cama y se echó sobre él.
-Te amo tanto- Ella le susurraba estas palabras entre beso y beso mientras esperaba una respuesta de él que sabía que no iba a llegar.

-Reus, acaban de llegar las pizzas- Alice interrumpió de repente en el cuarto-. Oh, lo siento. No sabía que estabais así… Deberíais haber colgado algún trapo en el pomo de la puerta o algo- Tan rápido como había entrado Alice salió del cuarto.
-Creo… Creo que deberíamos ir a cenar- Dijo Reus tras un rato en silencio mientras se ruborizaba.

-Vale cariño- Le susurró Susi. Y antes de darle tiempo a contestar, ya le estaba volviendo a besar.

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